Las definiciones del amor incondicional aluden a que se trata de un sentimiento que tenemos por una persona que amamos y a la que le deseamos el bien, independientemente de las decepciones u otros sentimientos negativos que esa persona pudiéra experimentar hacia nosotros. Se le relaciona frecuentemente con el amor divino, ese amor que se dice, siente por nosotros el creador y que es tan puro y tan intenso, que existe independientemente de nuestras acciones. Una autora que ha descrito de forma amplia este sentimiento de amor incondicional es Anita Moorjani, quien a consecuencia de varios años de sufrir la enfermedad del cáncer, experimentó una crisis que amenazó su vida, y vivió una intensa experiencia cercana a la muerte, en donde esa vivencia del amor incondicional fue el punto eje de la sabiduría que la sanó y la trajo de nuevo a este mundo para transmitir su mensaje. Ella nos dice: “Si todos éramos Uno, todas las facetas del mismo TODO -lo cual es amor incondicional- claramente son Amor. Supe que ese era realmente el único propósito de la vida: ser nosotros mismos, vivir nuestra verdad y ser el amor que somos”….. El Dr. Wayn Dyer nos dice en el prólogo al primer libro de esta autora, “Muriendo para ser yo”: “La unicidad no es un concepto intelectual: Anita describió haber experimentado realmente una ausencia de espacio-tiempo y de sentir, por vez primera, la maravilla de conocer que la unicidad no es un concepto intelectual sino que, verdaderamente, todo está ocurriendo al mismo tiempo. Ella narró sentirse bañada en un aura de amor puro y maravilloso y cómo este sentimiento tiene un potencial ilimitado para la sanación”.

Y es que en realidad cuando amamos incondicionalmente no es que suprimamos el odio y privilegiemos el amor, es que simplemente la división amor/odio no cabe, no se dá ni se expermienta. Cuando somos unidad, somos un todo y ese todo es amor. Con esto en mente, comparto con ustedes una vivencia propia en la que visualicé una de las imágenes que forman parte de Las tablas del espíritu y que es una herramienta de la felicidad se aprende. Integrar nuestras dualidades nos permite amplificar nuestro estado de conciencia y experimentar con la integración ese amor incondicional que es una vivencia total : “…..tuve un sueño muy significativos, distinto a otros de la vida onírica cotidiana. En dicho sueño yo vi una figura que al despertar estaba fija en mi mente: Es una especie de dije muy hermoso, de forma trapezoide, con la base más ancha que el tope, la figura central de oro, su brillo vibraba de tal manera que parecía hablarme; resaltaban -contenidos por el trapezoide, dos triángulos alargados de igual tamaño y los vértices hacia arriba. La figura me impactó mucho. La denominé Los dos mundos porque al analizarla posteriormente me di cuenta que su significado era expresar simbólicamente lo que en aquel momento estaba sucediendo en mi interior: eran exactamente dos mundos, el amor y el desamor. Yo pude construir a partir de esa figura de mi sueño el sentido de integración, comprendiendo que ambos mundos no necesariamente tenían que estar en contradicción, sino que podían integrarse en un flujo dinámico. Asumí el mensaje: de estos dos mundos no debo elegir, no son uno u otro, mi verdad, mi propio camino, es la integración. Lo único válido es ser yo misma y el trayecto para lograrlo debo de recorrerlo yo sola. Inicié un proceso de trabajo interior donde vencí el desamor y la decepción y pude recuperar mi fe en el amor”. Copyright. Derechos reservados ISBN 978-607-29-0028-8 La felicidad se aprende Sistema de autoayuda. Castro M.E. El amor incondicional es amplificar nuestra conciencia para darnos cuenta que somos una unidad donde las dicotomias no existen. Escucha esta meditación 

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